JOSÉ ISIDRO DAVID HIGUITA
Reposando en su casa en las afueras del pueblo en la navidad del año 2017 luego de una temporada en la ciudad de Medellín. |
Nació
José Isidro el 20 de septiembre de 1924 en el sitio conocido como Toldas de la
actual vereda La Nueva Llanada. Describe José este tiempo como “una época muy aparte de la persona tener como pensamientos de ser doctores, estudiar”,
aludiendo a las casi inexistentes oportunidades que había para el estudio.
Procede
José de una familia de ocho hermanos siendo él el penúltimo, y el último en
contar con vida, “pa´cabase la raza de
brutos”, dice él de manera jocosa. Cuenta don José en el momento con 93
años.
Dice
que cuando fue a la escuela, “apenas me
iba a quitar una bata que la usaba uno hasta la edad de diez años”. La bata
o funda la usaban los niños; era la única prenda de vestir que usaban los
hombres hasta cierta edad y don José no recuerda si con ella llevaban ropa
interior. Cuando ingresó a la escuela le dijeron que así no fuera, que debía
usar pantalón.
Entre
los profesores que recuerda José esta la maestra Dolores Restrepo y afirma que
casi todos los maestros de esa época venían de Ituango. “En ese tiempo no es como ahora que estudian juntos, mujeres y hombres”,
agrega. Recuerda que los hombres estudiaban aparte y las mujeres aparte;
que los hombres no le podían dirigir la palabra a las mujeres y los maestros no
le podían enseñar a las mujeres ni las maestras le podían enseñar a los
hombres.
Realizó
sus estudios primarios, hasta el grado quinto, en la escuela del pueblo. Quienes
tenían mayor capacidad económica migraban hacia la ciudad para continuar sus
estudios secundarios y universitarios. Los compañeros de escuela de don José,
luego de terminar el grado quinto, lo invitaron para seguir en Medellín “pero mis padres no eran aficionados porque
el padre mío no aprendió nunca a firmarse”, dice. Luego agrega, “yo aspiraba, a mí me gustaba el estudio,
pero yo no pude, medio practiqué alguito porque cuando ya salí del quinto de
primaria el señor Jesús Valle me dijo que si iba a estudiar más, y yo le dije
que dónde pues”.
Se
refiere don José a los de su época como “los de la primera generación” y dice
de ellos que no les gustó estudiar y que por eso aún hay analfabetas, que no se
saben firmar “y ya están pa´morirse,
también”, agrega.
Viendo
don Jesús Valle que José Isidro no tenía dónde estudiar en Medellín, entonces
le prestó los libros y le daba explicaciones con el fin de que don José
encontrase un trabajito. “casi todos los
días iba a donde él y le preguntaba, ¿qué quiere decir esto?, y él me explicaba
qué quería decir”. Los libros prestados a José Isidro eran sobre leyes y
abogacía, como dice él. En palabras de José, don Jesús Valle no había estudiado
pero había practicado mucho el conocimiento de los libros condición que lo
llevó a ser alcalde de Peque durante mucho tiempo.
Ejerció
José Isidro en su época varios cargos públicos. El primer puesto que ocupó fue
de Corregidor (posiblemente nombre y cargo anterior al de inspector) del
Corregimiento de Barbacoas. “Yo no sé por
qué, no me acuerdo por qué resulté yo en ese punto habiendo yo estado en
Uramita manejando un almacén”, se pregunta.
Trabajó
administrando un almacén en el municipio de Uramita durante seis años. Dice que
ese almacén era del Transporte Gómez y que los dueños del almacén eran los
señores Rafael Gómez y Eduardo David, un primo hermano suyo. Afirma que estuvo
allá gracias a las recomendaciones que dieron sus amigos aquí en Peque “como persona responsable, pa´llevar
contabilidad y pa´ponele cuidado a las trabajadoras si de pronto le echaban
mano a un peso pa´robáselo”, dice.
Luego
de regresarse de Uramita y encontrándose sin empleo –por casi un mes- en su
casa del Cielito, pasó don Miguel Tamayo (el administrador de rentas del
pueblo), un amigo suyo, aunque conservador y le dijo a José que se preparara
que lo iba a mandar para Barbacoas. “Como
el gobierno era conservador, era muy colega con el alcalde y no era sino hablar
con él y me metieron al medio y yo de varao también arranqué, me fui pa´ya y
allá me estuve siete años, de corregidor”.
Vieja máquina de afeitar que lo ha acompañado durante los últimos 30 años. Aunque tiene maquina de afeitar más reciente, sigue siendo ésta la preferida. |
Los
salarios en ese entonces eran muy bajos, solo se recibían seis o siete pesos al
mes, “y con eso comía uno y le lavaban la
ropita”. Allá en Barbacoas estuvo como corregidor hasta que se inició la violencia política de Laureano Gómez, “en
calidad de liberal, y el gobierno contrario, pa´fuera, nos echaron”, recuerda
José. Ambos salieron, él y su secretario, don Jesús Giraldo, hermano o tío de
doña Lilian Giraldo -don José no está seguro.
Dice
José que pasada la violencia política, el doctor Bernardo Guerra sonaba como
presidente del directorio liberal de Antioquia y que con él podía recuperar su
puesto de Barbacoas ya que había sido echado sin justificación, “hasta que de pronto cualquier día le dio a
él por venir y me vio y me dijo: José vení, hombre te necesito”, comenta
José.
Aunque
no tuvo la oportunidad de conversar con Bernardo Guerra por lo asediado de sus
seguidores, a los ocho días lo llamaron y le pidieron que se presentara en la
gobernación, “pa´la posesión de inspector
para Llanos de Urarco”, dice. Asegura José que para allá no iba ninguno
porque le tenían miedo a esa gente porque mataban a todo inspector que fuese
para allá, que si no lo mataban lo mandaban herido.
Del
abogado al sombrero, José Isidro se posesionó y recuerda, “si voy a vivir días, allá paso un poco´e tiempo, y si me voy a morir,
pues apenas llegue me traen en barbacoa pa´Peque”. Arrancó para Llanos de
Urarco y dice que cayó como pedrada en ojo porque todo el mundo lo saludaba
como don José, tanto las señoras como los pesados, y los bravos también; “hombre, y me salí estando allá seis años”,
lo dice con gusto.
Recuerda
José Isidro que luego de Llanos de Urarco fue trasladado como castigo para
Pavarandó Grande, municipio de Mutatá gracias a una falsa afirmación, “en una campaña, sería para presidente o
gobernador, yo no sé, y que le había hecho yo política al candidato contrario,
no al del partido liberal”. Solo estuvo como inspector allí un año porque
el calor como el mosquito le eran insalubres y luego fue trasladado para
Barbacoas, nuevamente.
De
su inspección en Barbacoas recuerda a los señores Hermógenes Duarte y a Vidal
Torres y los nombra como “Los Propios Legítimos” ya que era a quienes se
respetaba como "bravucones" y los dos usualmente se enfrentaban con cuchillo en
la mano. Cuando José llegaba les decía, “sepárense
que el peligro es para ustedes. Y prontico el uno pegaba pa´lla el otro pa´lla.
No peliaban”.
José
dice que Barbacoas es el corregimiento de las caratejas porque todas esas mujeres
eran caratejas, que era muy poquiticas las que no tuvieran una que otra pinta.
Para
el cargo de inspector, se le daba al funcionario en ese entonces un arma de
dotación, usualmente un revólver, pero José Isidro lo dejaba en la oficina, “yo no cargaba eso; yo me ponía a pensar,
ponese uno a cargar eso, le daña el corazón y de pronto hace un daño
fácilmente, y por eso yo no lo cargaba”.
Después
del tiempo de la violencia, estuvo Isidro mucho tiempo desocupado y le parecía
que era bueno y que era capaz de aceptar el puesto de correo departamental de
Peque a Uramita. En aquellos tiempos no había carretera por lo que las personas
se trasladaban a pie o a caballo entre ambas poblaciones. El cargo de correo
entre Peque y Uramita le parecía bueno a José por el pago: 70 pesos mensuales.
Alcanzó
José el cargo de correo y le tocaba salir a pie a Uramita dos veces por semana.
Recuerda que él salía de Peque, “con un
costal a la espalda lleno de papeles, de plata, de carajadas ahí”. Salía de
Peque a las tres o cuatro de la madrugada para estar a las cinco de la tarde en
Uramita. El trabajo fue tan difícil que solo aguantó dos meses, “me cogían unos inviernos en esa cordillera,
y llueva, y yo con el tercio a la espalda y un revolver terciao por aquí por
delante”, agrega.
Y
era que en aquellos tiempos, al que ejercía como correo, le daban arma de
dotación como prevención frente a los posibles vándalos y asaltantes de caminos
que trataban de apoderarse de lo que llevaba el correo. Con tristeza dice, “el
trabajo más duro en la vida que yo conocí fue ese”. Salía los lunes y regresaba
al día siguiente martes, descansaba el miércoles y el jueves para salir de
nuevo el viernes y regresar el sábado. Recuerda, “me tomaba el tinto a las cuatro de la mañana en Uramita, me echaba el
tercio a la espalda, y venía a desayunarme a Juntas. Entonces en Juntas me
tomaba el desayuno y agarraba esa subida pa´entrar a la cordillera. A medio día estaba en la cordillera. Aquí
llegaba a las seis o siete de la noche. Nada tengo de eso, pero sufrí mucho”.
Comenta
don José que el cargo de correo lo llegó a ocupar gracias a la amistad que
tenía con el empleado que estaba en la oficina. Dice que para ese cargo
necesitaba fiador porque en el correo se llevaba la plata que mandaban de aquí
para afuera y la plata que mandaban de afuera para Peque. Si el correo se
robaba la encomienda entonces al fiador le tocaba pagar.
Pocas
veces contó don José Isidro con una mula que lo transportara a él y al tercio
del correo. Dice, “cuando los blancos
iban pa´Medellín que dejaban las bestias ahí, yo me encasquetaba”. Con la
expresión “los blancos” don José se refiere a los hijos de don Pacho Guerra y a
los comerciantes, bien por el color de piel o bien por el dinero que tenían.
También
don Isidro fue secretario del concejo, aunque pagaban muy poco, trabajó mucho
tiempo. Así mismo fue secretario del juzgado y dice que pagaban un poquitico
más y trabajó tres años. En ese tiempo el juez era don Justiniano Salas y José
dice que “aunque no había hecho carrera
manejaba esas cosas”. También trabajó con el municipio en el matadero.
Además fue operario de la planta eléctrica del municipio durante tres años.
Finalmente fue guardián de la cárcel durante dos o tres años.
Se
enorgullece José Isidro porque tuvo historia pero no por ladrón ni por asesino.
“No me gustó coger lo ajeno nunca”, manifiesta.
Termina
la lista de trabajos don Isidro y dice que le administró un negocio de
mercancía al primo Eduardo David con el que trabajó en Uramita. Trabajó con un
señor Eduardo Castaño de Medellín como dos o tres años administrando un bar con
billares en el lugar donde ahora está Martica Hernández. Trabajó mucho tiempo
con el señor Jesús Vélez en el lugar donde ahora queda el directorio liberal,
allí quedaba un local de cantina.
“La vida tiene muchas historias”, dice
don José Isidro al finalizar todo el recorrido de su vida en 50 minutos que
duró la charla.
...y terminó don José Isidro todo el recorrido de su vida dejando el mundo físico el 11 de septiembre de 2018. QPD
...y terminó don José Isidro todo el recorrido de su vida dejando el mundo físico el 11 de septiembre de 2018. QPD
Fue mi mejor abuelo q tuve en mi vida aprendí muchas cosas de el la humildad respeto donde quiera q este lo llevo en mi corazón el siempre nos estará acompañando en nuestra familia
ResponderEliminarNarrar los hechos de nuestros abuelos para darles vida a través de la memoria de familiares y amigos es el propósito de este blog. Honramos la memoria y los hechos dignos de don José Isidro. El amor perdura entre nietos y abuelos aunque uno de ellos no esté presente.
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