viernes, 13 de octubre de 2017

FERMÍN HIGUITA - CHEMÍN: El último en salir, el primero en llegar

EL CHEMÍN
Miguel Antonio Higuita
Hijo del personaje de nuestra historia


Cuando nace un niño nadie sabe los designios que le depara el futuro, bien sea por lo que Dios haya decidido hacer con él o por lo que él mismo decida hacer con su vida.

En la memoria de viejos - y no tan viejos - de los habitantes del municipio de Peque rondan los hechos y travesuras de un personaje al cual los lugareños le atribuyen ciertos poderes sobrenaturales. Estos sucesos se vienen pasando de viejos a jóvenes de forma oral porque hasta el momento no hay ningún registro escrito que dé cuenta de tan original leyenda.

El nombre de este personaje era Fermín Antonio Higuita Posso, nacido el 11 de octubre de 1899. Era don Fermín conocido en el vecindario y en el pueblo como “Chemín”. Hombre de baja estatura, cabeza grande con una cicatriz profunda en su frente y cabello escaso, de caminar lento, siempre acompañado de un  palo como bastón. Lucía Chemín pantalón y camisa remendados y remangado su pantalón un poco más arriba de los tobillos.

Vivía Chemín en la vereda Las Faldas en una casa de bareque con su esposa Maria Encarnación Higuita Poso y sus hijos e hijas Miguel Antonio, Maria Rosario, Maria de Jesùs. La gente de antaño usualmente lo veía en el patio de su casa  elaborando escobas, esteras, jíqueras, hamacas cargaderas y lazos en cabuya. Llegada la hora del almuerzo, don Fermín y doña María, pasaban a la mesa a comer una  aguasalita de plátano – de la sobremesita no se sabe porque  casi siempre faltaba la panela.

Cuando Fermín bajaba al pueblo, algunas veces acompañado de su esposa María, vendía mandarinas, naranjas, bananos y las obras de artesanía que hacía.

Dice la tradición oral que Chemín tenía en su humilde casa una pequeña repisa la cual hacía las veces de altar, forrado y adornado con pequeñas objetos elaborados en papel brillante que traían los paquetes de cigarrillos Pielroja sin filtro. En este altar, Chemín tenía unos libros que le daban conocimientos mágicos que le permitían convertirse en animales, usualmente en cerdo y conejo, cerrar los caminos con rastrojo y ser el primero en llegar cuando era el último en partir.

Fueron muchos los borrachos del Corregimiento los Llanos y la vereda Las Faldas que padecieron el bloqueo del camino con rastrojo de tunas, espinas y zarzas cuando iban en la noche de Peque para sus casas. De improviso, mientras iban de pie o a caballo resultaban en medio del matorral más verraco al que no podían cruzar; la única solución era esperar a que amaneciese porque el embrujo terminaba con la luz del día.
Gonzalo Graciano, en su infancia vio y sintió la magia
y los poderes de Chemín.

Una de las personas que tuvo la mala suerte de sentir la piel de gallina y los pelos de punta, y a punto de sucumbir ante el insaciable deseo de Chemin por causar temor, fue Gonzalo Graciano. "Chemín me espantó en la subida de La Mina (anteriormente conocida como El Chorròn). Mi abuelo me mandó por un café a Los Llanos en un caballo. Ese caballo subió galopando desde Peque hasta La Mina. Iba tan cansado que cuando llegamos a La Mina, el caballo fue a buscar agua en el arroyo (...) El caballo estaba tomando demasiada agua. Miré hacia arriba de la cascada, y encima, en el bordo de la cascada, se movía una piedra y no se venía. Me pareció tan raro y tan extraño que una piedra se moviera sola y no se viniera. Eran más o menos las 9 de la mañana. Y resulta que cuando yo sentí que era como un espanto, cerré los ojos y me pegué del cacho del caballo. Cuando me pegué del cacho del caballo, cayó la piedra en el charco donde cae la cascada. Y esa agua nos bañó, tanto al caballo como a mí. Y ese caballo salió a toda velocidad, hasta que llegamos a la casa de don Bernando Higuita, y él se dio cuenta que yo subí muy espantao. Me llamó y me dijo: ¿qué la pasa mijo? Y le comenté lo que me pasó, y él me dijo: no le pare bolas mijo que ese es el desgraciado de Chemín que no hace sino asustar a la gente e indisponerla. Y ahí fue una de las cosas que corroboré de que Chemín era un muan", relata.

Chemín a veces bajaba con su esposa Maria Encarnación al pueblo. En una ocasión, de regreso a casa, en una tarde fría en el lugar en el que hoy es el relleno sanitario, había dos caminos que conducían a la casa de la pareja: Uno largo, despejado y sin rastrojo, y el otro corto y enrastrojado, difícil de caminar. Invita don Fermín a su esposa a coger el camino corto a casa, lo cual su esposa rechaza y decide tomar el camino más largo. Cada uno toma diferente camino a casa; cuando la señora llega a su casa, ya Don Fermín se encontraba en ella tan secas sus ropas como si hubiese caminado por sendero despejado en verano. Su esposa sorprendida le pregunta cómo es posible que no se haya mojado por ese camino lleno de rastrojo, a lo que Chemín contesta entre risas maliciosas que eso era normal para él.

Otra anécdota cuenta que camino de Peque a las Faldas, su sobrino Orán Higuita alcanzó a don Fermín en la partida de Los Llanos. Don Fermín dice a su sobrino que se siga porque él iba con sus cositas de mercado y su peso no le dejaba avanzar ligero. Sigue don Orán su camino y vaya sorpresa cuando arriba del Chorrón (hoy conocido La Mina), luego de finalizar las curvas, estaba don Fermín descansando y dice a su sobrino que un vientecito fuertecito lo había tirado hasta allí.

El Presbítero José Jota Mira, más recordado en el pueblo como “El Padre Mira”, tampoco escapó a las travesuras de Chemín. En una ocasión que el Padre Mira bajaba por el sitio conocido como el Chorrón, se le atravesó por el camino un marrano el cual no le dejaba pasar la bestia. El padre Mira, que también era conocedor de los poderes y conocimientos que no tienen todos los mortales, sabía que quien encarnaba al cerdo era Chemín al que dijo que dejara de molestarlo que él muy bien sabía que era Fermín Higuita quien estaba en ese momento. Dicho esto el cerdo salió despavorido dejando tranquilo al Padre Mira y a su mula.

De la cicatriz en la frente de Chemín hay dos versiones de su origen, ambas personificadas por animales diferentes.

Ø  La una dice que cierto día uno de sus hijos llegó a su cultivo de yuca y encontró un ñeque (conejo de monte) haciendo festín con sus yucas a lo que el hombre coge una enorme piedra, la lanza con gran fuerza, con tan buena suerte para el hombre pero con gran desgracia para el animal, que le acertó en su cabeza. Dicen las malas lenguas que este ñeque era su padre el cual llega al rato a su casa con una enorme herida que sangraba en su frente.

Ø  La otra versión dice que había en la vereda Guayabal un señor conocido como “don Bravito” el cual también sabía su magia. En una ocasión se encontraron Chemín y don Bravito, ambos se convirtieron en bestias mulares y se agarraron a pata. De esta batalla de mordiscos, patadas y herraduras, salió Chemín con enorme golpe y cicatriz en su frente.

Dice la gente que aunque Chemín inspiraba miedo por su presencia y la reputación de que “sabía cosas”, él gustaba de charlar y hacer bromas, cosa que disfrutaban muy pocos por el miedo que le tenían las personas. Uno de los pocos con el cual tuvo charlas fue con el propio Padre Mira el cual en una ocasión le dijo: “Hombre Fermín, por qué no quemás esos libritos que tenés en la casa; vos ya estás muy viejo y eso no te sirve para nada.” A lo cual Chemín contestó: “He intentado hacerlo varias veces pero los libros no arden. He luchado mucho pero no he podido.”

Nadie sabe qué fin tuvo los libros de Chemín porque unos dicen que estos fueron entregados al Padre Mira mientras uno de sus nietos dice que fue la misma familia quienes tomaron los libros porque no estaban de acuerdo con lo que su padre sabía hacer con ellos.

¿Hace presencia la magia de Chemìn en el siglo XXI?

Difìcil responder a semejante interrogante. No se sabe si son fuerzas de la naturaleza, poderes ocultos de brujos actuales o la magia que queda luego de la muerte de los brujos ancestrales, pero en algunos lugares, se siguen presentando fenòmenos extraños que ponen los pelos de punta y la piel de gallina.

La siguiente experiencia la viviò Lorena Salas el 14 de mayo de 2020 por la cascada de la Mina (a 25 minutos del casco urbano) en una tarde de actividad fìsica.

"Eran las 5:50, estàbamos haciendo deporte, nos diò por salir a caminar por ese lado, y me diò, antes de llegar a la cascada, por grabar, grabar la cascada. Ìbamos tres personas, yo iba adelante, muy tranquilamente y estaba tan entretenida cuando escuchè fue el ruido como de algo que pasò, con ese viento, en un estruendo grande (en el video casi no se escucha); y yo como que tratè fue de ver una sombra, pero yo en el momento pensè que era un gallinazo. Pero lo raro que me parece fue que era un ruido tan grande y el ruido iba era de para arriba, o sea hacia arriba de la cascada, no hacia abajo. Eso iba màs veloz que un animal (...) y por eso en el video quedò cuando se me mueve la mano (...) yo sentì que me erizè. Entonces me preguntè por què la reacciòn de mi cuerpo. Cuando yo tratè como de tomarle la foto, que yo tratè de subir el celular, la mano como que se me bajò. Entonces ya le dije a las compañeras, las esperè porque ellas venìan pasos mucho màs atràs".

Aquì el video. En el segundo 12 se percibe algo que incide sobre el sonido y la imagen del video. Usa auriculares para una mejor experiencia.



Fuente
Héctor de Jesús Higuita
Luis Eduardo Higuita
Gonzalo Graciano
Lorena Salas

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