JOSÉ
MARÍA VÁSQUEZ
José María Vásquez, Chema. En su casa taller hace y
repara sillas de montura y elabora
toda clase de correas y partes para las mismas.
Con
casi ochenta años de vida, don José María Vásquez lleva más de 50 años como
talabartero cortando, puliendo, perforando y dándole forma y estilo al cuero.
El
oficio de talabartero lo aprendió con don Eduardo Giraldo. Inicialmente ambos
empezaron como zapateros en Peque; oficio que había aprendido don José María en
Medellín cuando fue enviado por sus padres a esta ciudad donde sus hermanas
mayores, Aurora y Graciela, para que no se casara de 16 años y hace referencia
a dicha situación diciendo: “me dañaron
pa´toda la vida”; aunque reconoce que el destino de la vida nadie lo
conoce.
En la imagen, Chema disfrutando de una aromática en la cafetería de don Jesús Valle.
En la imagen, Chema disfrutando de una aromática en la cafetería de don Jesús Valle.
Trabajó José María, “Chema”, en Medellín como
ayudante de zapatería en varios lugares
y en ellos aprendió el oficio. Ejerció esta labor en Medellín durante ocho o
diez años.
De
regreso en peque montó su zapatería teniendo como ayudante a don Eduardo el
cual fue aprendiendo el oficio. Comenta Chema que la zapatería en Peque no dio
resultado porque no tenía el equipo completo, le faltaba la máquina principal
que era la punteadora –y porque además no sabía manejar esta máquina- por lo
que tenían que hacer a mano el trabajo que realizaba esta máquina.
Dice Chema que hay varias clases de cuero para los trabajos de la talabartería: Cuero liso o natural, cuero grabado, cuero impermeable. Así mismo nombra algunas partes principales de una silla de montura entre las que destaca el tiro grupa, pechera, cincha, cinchadora, el juste.
Dice Chema que hay varias clases de cuero para los trabajos de la talabartería: Cuero liso o natural, cuero grabado, cuero impermeable. Así mismo nombra algunas partes principales de una silla de montura entre las que destaca el tiro grupa, pechera, cincha, cinchadora, el juste.
Dice
José María Vásquez que ahora trabaja muy poco la talabartería –aunque se le ve
todos los días pegado al oficio- por la enfermedad que tiene. La enfermedad en
una de sus piernas se debe a que hace aproximadamente 40 años, siendo medianamente
joven, tumbando un palo en la finca El Cañafístalo, en el filo de El Lindero, la
punta le tocó la corva de la pierna, y dice: “apenas medio me tocó si me coge me mata, o me llamaba”, y agrega: “me
movió los tendones de las corvas”. No le prestó atención al accidente y el
problema se fue agravando por lo que hace aproximadamente tres años le fue
hecha una cirugía, cirugía que mejoró su estado de salud y su actividad laboral.
Cuando
se le pregunta a Chema Vásquez sobre la manera de conseguir el cuero para sus
trabajos y la forma de pago, él dice: “yo
lo pido por teléfono al almacén y el pago lo mando por el bejuco”. Cuando se
le pide aclaración por la palabra “bejuco” él dice que bejuco es “por Gana” –empresa
de chance y envío de giros. Con la expresión “el bejuco”, Chema alude al
antiguo telégrafo con el cual el municipio se conectaba con la capital del
departamento y los demás pueblos a través de un cable de cobre que salía del
casco urbano subiendo por Llano del Pueblo y pasando por Romeral Chamizo y la
Tumba. Entre cuatro y cinco pedidos de materia prima hace Chema Vásquez al año.
En cuanto
al tamaño de las sillas de montura, Chema dice que para ello hay tres tamaños de
juste el cual es la parte en madera y cuyos pedidos los hace a una ebanistería
en Medellín. Las medidas de los justes vienen en pulgadas y los más pequeños
son usados para monturas para niños y vienen de 12 pulgadas, los justes de 16
pulgadas son para una silla de tamaño medio y los justes de 18 y 20 pulgadas
son para monturas grandes.
Cursó
don José María Vásquez los estudios del grado cuarto en los tiempos en que con
este nivel académico se podía ser maestro rural –Josefina, una de sus hermanas,
fue maestra rural con este nivel académico. Chema dice que él y su hermano Saúl
hicieron esos cuatros años de estudio ligerito porque no perdían año. Recuerda entre
sus profesores a don Carlos Suárez, padre de Hildebrando Suárez, más conocido
como “Cochise”. También recuerda al profesor Marino Yépez pero no da detalles
sobre ellos.
En los
asuntos del amor Chema Vásquez dice que todas las novias que tuvo dejaron
huellas en su corazón. Una de las novias que recuerda fue a doña Romelia
Cardona (primera dentista del pueblo para la época y que se casó con don Franco
Guerra).
Chema
Vásquez también hizo carrera como comerciante durante catorce años teniendo una
tienda de abarrotes en el filo del Cielito subiendo al lado izquierdo (bodega
actual del almacén El Portal Campesino). Cuando se le pregunta cómo le fue como
tendero dice: “bien, pero yo me bebí todo
eso, pues, yo era muy vicioso”; dice que beber solo no le parece gracia, y
agrega: “los amigos son los que hacen
beber a uno. Un amigo bien vicioso lo pone a uno pelerito pal´vicio”. Asegura
que consiguió, que tuvo plata gracias al comercio y fruto de ello pudo
conseguir alguna tierrita que ahora posee.
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