jueves, 3 de enero de 2019

ÁNGEL RAFAEL GIRALDO - TOÑO MARUJO: MUCHAS COSAS PARA VIVIR


ANGEL RAFAEL GIRALDO



Ángel Rafael Giraldo, conocido en el pueblo como “Toño Marujo”, nació el 19 de abril en el municipio de Peque. Cuando se le pregunta el año de nacimiento comenta que en la cédula dice, que no se acuerda porque cuando le pegaron un machetazo -señalando la cabeza- “le estaban dañando la memoria, no la del celular sino la de la cabeza”. Rafael es hijo de Maria Beatriz Giraldo (Maruja) y Rafael Torres. Actualmente Rafael Giraldo es separado; convivió durante años con Dalila Sepúlveda con la cual tuvo dos hijos: Liliana y Sebastian. Adicionamente tuvo un tercer hijo por fuera de su pareja de conviviencia, Juan Esteban.

ÚNICA VIUDA DEL PUEBLO ... DE AÑO VIEJO.

Son muchos los años que Toño viene divirtiendo al pueblo con su papel de viuda de año viejo. Rol que pocos se atreven a interpretar porque la persona debe ser tolerante, o “aguantadora” como decimos los paisas, con los excesos de embriagados y faltos de confianza que tocan, apretan y “seducen” con morbosidad como si se tratase de una mujer que no merece respeto. “Voy a ajustar veinte años mañana, empecé de 29 años”, refiriéndose al tiempo que viene haciendo este papel. “Yo salgo mañana, si Dios lo permite, a las 6 de la tarde. Digo que le doy candela hasta las 12, pero uno no se manda, porque la gente me coge a trago y cuando menos piensa son las seis de la mañana. Entonces yo voy ´hacer el sacrifico de a las 12 acabar, porque un año es muy largo para uno trabajar 31 y yo no disfrutar. Voy a meterle freno a media noche”, opina.

En la imagen de la izquierda, en el papel de viuda del año 2014.
Con respecto a los comentarios de la gente sobre su papel dice: “Hay gente que lo toma por malo; este man es que es gueisudo o que le pasa pues, que pasa. Normal, el hombre es padre de familia y todo, sino que la plata es bonita, hay que buscala”.

En la imagen de la derecha, la viuda del 2018
Cada persona asume sus carencias o gustos de manera diferente. Ante su gusto por el baile y los desplantes que le hacen las mujeres en las fiestas, afirma: “A mi me gusta bailar. Saco esas viejas y no bailan conmigo; saca otro, y ahí si bailan. A esta vez tengo mi esposo ahí que me voy a dar un gusto”. Cuando habla de su “esposo” alude a un muñeco que hará de año viejo y que al mismo tiempo será su compañero de baile. Al respecto de la música, dice: “entre más rápido sea la música, mejor para mi porque no me demoro pa´cogele el ritmo sino que de una le cogí el ritmo. Divierto a la gente, le enseño a la gente a dar paso porque uno bailar es casi como un profesor, el otro está mirando. Al ratico sale y está dizque bailando al que no le gusta bailar”.

En un pueblo pequeño y tranquilo donde el tiempo pasa porque el sol inunda las montañas con sus chorros de luz y se esconde detrás de ellas en la tarde, resulta novedoso cualquier hecho que acaba con la cotidianidad de la gente. Y si el hecho transcurre en un bar o cantina, se convierte en un hecho curioso. Toño hace la apreciación así: “por ejemplo, yo entro allá, eso es solo. Y al ratico van a ver 200 o 300 personas. Eso llama cultura. La gente se divierte (…) donde yo entro venden mucho trago. Entonces a mi me gustaría pues que todos les vaya bien. Todos están en eso”

En ese papel de viuda, un 31 de diciembre, Toño tuvo un pequeño accidente cuando quemó de manera equivocada una papeleta de pólvora. Él lo recuerda de la siguiente manera: “Culey me dijo: te voy a dar 50 mil pa´que me quemés estas siete chapolas. Hej, este man será que cree que yo estoy muy borracho. Y todas las agarré con un cigarrillo, y tras, el pabilo. Y la última, dizque le pongo la candelera a la chapola, si me entiende, ya no le agarré el pabilo sino que se la puse fue al papel, con razón. Cuando menos piensa el muchacho allá encima del marido y la goterita por aquí, y yo asustado. Hermano, póngase pilas, y ahí mismo pidió el carro de él, de Culey. Y esas mujeres pa´ser recocha.
- A ver, tápese este ojo. ¿Está viendo esta muchacha que está ahí?
En la imagen, Toño velando a su marido: el año viejo 2018
 –Sí.
–Ah, no le pasó nada.
-Ah, yo descansé en paz, hermano. Yo di gracias a Dios. Yo pensé que me había quedado ciego”.
Y agrega diciendo: “Al borracho lo acompaña el diablo, yo bueno y sano, me da rabia y me da mucho miedo. Yo borracho me las meten debajo el´pie y eso es como una cosquillita que me hace al jarrete”.

Una de las personas que el 31 de diciembre de 2017 maquilló a Toño dice que si Toño no se pusiera el vestido de mujer sobre el pantalón y la camisa quedaría más parecido a una mujer. Asegura que este se pone el vestido sobre el pantalón y la camisa porque estos le dan seguridad de poder conservar su identidad como hombre

Una de los beneficios que obtiene nuestro personaje al interpretar el papel de viuda es que le llueve el trago en este día. Algunos de los comerciantes del pueblo le dan medias de aguardiente como una contribución a tan difícil papel. Toño sostiene: “yo no me tomo esa cantidad de trago sino que yo las voy vendiendo, y tomo el trago que menos me haga daño, que yo haga poca malacara pa´tomalo: la Light. A mi me gusta es la Light o la Pilsen, cervecita”. Todas las botellas de media de aguardiente, donadas por el comercio y amigos, son vendidas luego y con el dinero se compran alimentos.

Este 31 de diciembre de 2018, su papel de viuda será especial porque una de las profesoras del pueblo le regalará un vestido nuevo, especial para su función. También varias mujeres desean maquillarlo, por lo que será él quien elija a la persona que transitoriamente lo asemeje a una mujer pero eso sí, conservando su esencia de macho que es.

LA BETUNADA COMO SINÓNIMO DE ASEO

De manera peregrina Toño Marujo se encuentra en el parque del municipio de Peque los días sábados y domingos limpiando y dándole brillo a los zapatos de quienes acuden a su servicio. Empieza a las 8 am y finaliza a las 4 o 6 pm. Esta labor la inició desde que tenía 17 años, y agrega: “empecé embetunando con agua sola porque el betún era muy descaso, a peso, porque ellos estaban contentos. Esos zapatos eran todos embarrialaos y yo llegaba con un trapito mojao y los limpiaba”. Se realiza en el día entre 40 y 50 mil pesos. Así mimo agrega: “es mucho lo que descanso aquí a la sombra y aquí sentao”.

En la imagen, Toño betunando a Pacho El de Buenas.
Toño recuerda que a la primera persona que le limpió los zapatos fue a Daniel Bolo, el del Chamizo, quien vivía con una indígena y tenía una venta de tinto en la esquina.

No es lo mismo lustrar zapatos en verano que en invierno. En época de invierno los zapatos, sobre todo en un pueblo con alta ruralidad, los zapatos llegan mucho más sucios. Así lo relata nuestro personaje: “en tiempo de invierno siempre llevo del bulto por el pantanero en los zapatos, pero mucha gente me los trae en muy buen estado”. Cuando los campesinos llegan con los zapatos empantanados donde Toño para que se los betune, él les dice que solo betuna los zapatos; que él no lava zapatos, que primero vayan y los laven, o que él hace todo el trabajo y les cobra por aparte la lavada.

Y es que cuando se tiene un arte u oficio, a veces las personas se aventuran con éste en otras localidades donde la competencia y la exigencia por la calidad del servicio es mayor. En el año 2007 se aventura con su oficio en la ciudad de Medellín, y comenta: “me dio rabia porque entrábamos siete por un bar; cuando salíamos a la parte de afuera, venían otros siete. Nooo, aquí no es. Me voy pa´mi pueblo. Le aguanté por ahí dos años en Medellín pero porque me fui para un barrio donde vivía mi hermana y había muchos paisanos y ahí si me apoyaban. En el barrio Sucre. Entonces le aguanté por ahí dos años”.

Con una cajita de betún de 30 gramos, Toño embetuna los zapatos de diez personas. Con una cajita de 65 gramos le alcanza para diez y ocho o veinte enbetunadas, “echándole buen betún al zapato, bien regaito, ya que la meta no es amontonalo sino regalo bien”, agrega.

Honestamente Toño dice que la mejor lección como betunador la recibió de un policía cuando le dijo: “embetúneme estos zapatos. Si van a quedar como los suyos van a quedar muy buenos”. El policía se lo dijo porque Toño no había betunado sus propios zapatos. “que hago yo ahorita: de primero, yo”, señalando sus zapatos limpios y brillantes.

Asegura Toño que la betunada americana acaba mucho con el zapato porque el cuerito se pela debido a que este se calienta de tanto sobarlo con el trapo para brillo, “los mismos policías dicen y el ejército también, porque el zapato se va calentando mucho. Entonces a lo último la cascarita no aguanta”, afirma.


Para una betunada se requieren de varios cepillos: dos cepillos para zapatos negros y dos cepillos para zapatos cafés. Adicionalmente se requiere de un cepillo de dientes “que va a buscar la parte donde el cepillo no puede dentrar, a buscar el cáñamo”, lo dice con acento seguro y claro. Así mismo se requiere de tres paños, usualmente de los usados en las mesas de billar. Uno de ellos para secar la humedad y dos para brillar los zapatos. El tarrito con agua no puede faltar ya que es el líquido indispensable que humedece el trapo que limpia los zapatos.

Cuando una persona se identifica con su oficio y lo realiza con gusto siente empoderamiento por el lugar y su gente. En estos términos lo expresa Toño: “el parque no se puede quedar sin un enbetunador. Este parque fue muy valoroso. Hay gente que le gusta el aseo personal”.

LA QUEBRADA COMO SUSTENTO, EL ORO DEL ARENERO


Su labor de lustrabotas la alterna con su trabajo de arenero, o más bien ésta última la alterna con la primera ya que de lunes a viernes saca arena de unas de las quebradas de Peque. Lleva 22 años extrayendo arena. Doce años estuvo sacando arena en la quebrada de San Juan. Sostiene que cuando se abrió la carretera hacia Los Llanos de Peque en 1990, se fue de arenero para esa quebrada porque había mucha arena.


En cuanto a la cantidad de arena recogida en la semana, dice: “me saco dos viajes pero en invierno, en verano que me saque un viajecito en la semana”. Cada uno de los viajes consta de 7 u 8 metros cúbicos los que son vendidos a veinte mil pesos el metro. “¡veinte mil pesos!, esos es muy barato”, se queja. Pero la arena mejor pagada es la arena de revoque la cual es pagada a 50 mil pesos el metro. Agrega: “tengo como 200 cargas de revoque, yo las vendo menudiaitas”.


Forman los areneros una comunidad que se distribuyen los sectores de la quebrada para hacer los charcos, represar la arena y extraerla. Así lo expresa: “el que va a trabajar se mete a su tajo. Sabe cuál son los charcos, los de él, los puestos. Ni me les meto allá ni ellos me corren a mí. No, es una cosa respetuosa

LA RIFA PARROQUIAL

En la viña del señor hay de todo y para todo. La vida dura y trajinada de algunas personas nos lleva a agradecer a la vida la mejor suerte que tenemos al tiempo que valoramos y resaltamos las artes y los oficios de quienes luchan por su sustento y por el de su familia.

Además de arenero, lustrabotas y papel de viuda de fin de año, Toño Marujo viene vendiendo las boletas de la rifa parroquial desde inicios del año 2018 cuando su hijo Juan Esteban, quien se desempeñaba como acólito de la parroquia y vendía las boletas, ingresó al seminario para empezar sus estudios en los servicios religiosos. “el sacerdote me da $ 60, pero yo acabo estresao. Ande y ande y ande. O sea ese trabajo es a base de andada”. En total son mil boletas que vende desde el día sábado iniciando a las 2 pm y finalizando el domingo a las 4 pm. Los domingos, mientras lustra zapatos, también vende las boletas pero luego del medio día recorre las calles del pueblo ofreciendo la rifa.

GLORIA DEL ATLETISMO

En sus años mozos Toño se destacó como el mejor atleta del momento en el municipio. Corrían los 80´s y sus coetáneos recordamos su cuerpo atlético y sus entrenamientos extensos y arduos por la carretera. De esta manera lo narra: “yo trabajé el atletismo por ahí diez años. Yo subía a la Golondrina porque la apuesta iba a ser a Toldas, entonces yo subía a la Golondrina (…) a la Golondrina me iba en 60 minutos más o menos. Era un cosa muy linda; había muchas energías, demasiado”.

En aquellos tiempos también había en el pueblo un maestro de inglés y Francés, recordado cariñosamente como “El amiguito”, quien hacía del atletismo una forma de vida. Este maestro entrenaba en las mañanas varias veces en la semana. En sus entrenamientos subía hasta la virgen del Chocho, San Mateo y Toldas. Nunca entrenaron juntos por lo que la gente conocía de la resistencia de ambos más desconocía de la favorabilidad del uno sobre el otro en caso de competencia.
En la imagen, maestro con el que compitió Toño. 
Como suele suceder en todos los ámbitos sociales, quien goza de posición, bien por su familia o por su oficio, tiene favorabilidad sobre los demás. De esta manera los describe: “Hubo una apuesta. Esa apuesta valía tres millones de pesos uno y tres millones de pesos otro. Entonces la gente no apostaba a mi. Le daba desconfianza que yo perdía. Entonces yo tenía un cuñao, que llamaba Pegaso, que llevó a la hermanita mía, a la Griselda, a la Cucha. Entonces ese señor me dijo: no, yo sé que usted es capaz. Si no quieren apostar a usted, dígales que arecojan la de´llos que la suya está lista. Oiga qué palabra, oiga! Entonces yo les dije: no, la gente no quiere apostar a mi, que el cuñao mio apuesta esa plata solo”.

La confianza de “Pegaso” en su cuñado no se fundamentaba en una fe ciega; sabía del fuerte entrenamiento al que se sometía Toño de manera voluntaria. Él había entrenado en la mañana, al medio día y en la tarde. “Yo llevaba ese pensamiento de que de pronto me echaban al medio día y si yo no entrenaba a esa hora, entonces me ahogaba y no aguantaba. Y entonces me cogieron bien entrenao (…) yo lo pensaba así: pues me tocará entrenar a pleno solazo porque uno no sabe a qué horas va a ser la competencia: si por la mañana, a medio día o por la tarde. ¿Si me entiende? Entonces yo le entreveraba. Y si el enemigo me convidaba, yo no iba con él. Yo no le mostraba lo que yo era ni que él me mostrara lo que él es. ¿Vamos Toño pa´rriba? No, hágale que yo voy ahora. Diario yo le salía con una rara…y no entrené con él”.

No podía haber mejor acontecimiento en ese día que la competencia entre dos atletas afamados. Así están presentes las imágenes de ese evento en la mente de nuestro invitado: “De una nos fueron pegando, mejor dicho. Bueno, vamos pa´la puerta del cementerio que los vamos a´postar. Entonces nos fuimos, y ese gentío tras de nosotros. Y la gente insultando, y yo no soy grosero ni pa´ repetir: ¡no, esto que va a ganar, hombre! Me desmoralizaban, y no, vamos a ver. Entonces la policía bajó abajo y nos dijeron: ahí está la raya, párese ahí, usted también, hágase pa´llá. Y entonces ahí mismo fue sacando ese aparato, y entonces, ¿este señor será que nos va a pelar aquí? ¡No, era para hacer un tiro! Para no contar una, dos y tres, sino que un tiro de salida. Y empezamos, y desde aquí en esta calle el hombre empezó a tirar lantera, lantera, lantera. Entonces el deporte es muy bonito, lo aprende uno mucho. Yo ahí caminando pensaba: en aquellas curvas le voy a meter velocidad y él no me va a ver. Y eso es ventaja que yo le voy poniendo al hombre para yo no subir tan atropellao. Hombre, y así fue. Yo llegaba y miraba atrás, y ese hombre entre más rato más atrás, más atrás. En esas curvas yo no lo veía, entonces le metía duro. Ya cuando él asomaba esa curva, yo iba más allá. Y uno así se anima más. Oiga, le metí casi un kilómetro a ese señor. Cuando yo bajaba para ´bajo con el fichito en la mano, porque eso era con juez y todo, porque era un platal horrible en ese tiempo, él iba en el puente de San Mateo, y yo ya había subido arriba a Toldas”.

No hay mayor felicidad que la sentida por un humilde que venció por encima de la incredulidad de su gente. La historia está llena de inventores, artistas y desadaptados que en su momento ni maestros, ni mentores ni padres creyeron en ellos. Toño recuerda el premio dado por su cuñado: “¿Sabe cuánto me dio ese cucho? Vea este millón para usted. Usted se merece este millón. Porque eran tres millones de pesos, él cogió seis millones. No, usted me hizo dos millones más. No parto con usted porque a su hermanita hay que dale. A ella le da mucha rabia que yo le diga la cucha. Ella llama Criselda. Me dio un millón de pesos, qué platal tan horrible. Yo era bailarín, la gente no bailaba conmigo, y en ese momento todo mundo bailaba conmigo. Uno ser campeón es cosa linda, un sacrificio de esos”.

Saboreada la gloria con el atletismo, Ángel Rafael también lo intentó con el ciclismo. “Yo trabajé con el difunto Reynel, Payaso…nosotros éramos unos siete, constantes (…) subíamos hasta arriba a Toldas. Sino que de allá pa´bajo donde caía el primero, ahí caíamos todos, porque si frenábamos de una, esas ciclas iban muy tensionadas. Si frenábamos de una, entonces ella de todas maneras paraba atrás y botaba a uno lejos”.

Toño Marujo tiene una forma muy particular para entretener. Acá en el video, en pleno aislamiento del mes de marzo de 2020 por la pandemia del Coronavirus, divierte con su habilidad para producir sonidos con su boca.

Cuando se pregunta a Toño sobre lo que él considera que le daba resistencia para mantener un estado físico en excelentes condiciones, él dice: “era poco trasnocho, el hombre se cuidaba a juguito y todas esas cosas, y mucha malta con ese huevo casero…eso es pura vitamina. La primera vez trataba de devolvérseme y ahí ya le cogí el golpe, eso pasaba. Y kola granulada, leche caliente. Me ponía a ver criar esos gallos, hermano, y me ponía a ver esos murlos rojos, y hombre, hasta esto debo tomar yo también. Hombre, si se lo echan a los gallos entonces porque no se lo echo al organismo”. Toño se refiere a la cola granulada como el alimento que daba un color rojo a las patas de los gallos lo cual garantizaba que el animal estaba bien nutrido y fuerte para la pelea.

Actualmente Toño tiene tres gallos y asegura que se está volviendo gallero. Hace aproximadamente dos meses echó la primera apuesta de la cual recibió 180 mil pesos de flete. “hay los tengo amarraos, los estoy cuidando”, dice.

Cada vida de una persona está llena de historias que se acumulan en vivencias y experiencias que lo ayudarán y rememorar los momentos en los que fue héroe, fracasado, siervo, jefe, entre muchas otras. Ángel Rafael Giraldo está activo laboral y socialmente por lo que posiblemente continuará agregando historias a las páginas del libro de su vida.

Nota final: en varios momentos de las charlas -que se dieron en varias días-, Ángel Rafael manifestó que debía dirigirse a su casa a prepararle el desayuno a su madre o a conseguirle algunas pastillas ya que ella se encuentra anciana y enferma y él se preocupa por ella.

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